Matías Vinuesa para niños
Matías Vinuesa López de Alfaro (Neila, Burgos, 22 de abril de 1778-Madrid, 4 de mayo de 1821), conocido como el Cura de Tamajón, fue un sacerdote y confesor del rey Fernando VII. Su vida terminó de forma trágica en la cárcel de la Corona de Madrid el 4 de mayo de 1821. Ese mismo día, había sido condenado a diez años de prisión por planear un complot contra el gobierno de la época. La historia de Matías Vinuesa y lo que le ocurrió es una parte importante de la novela El Grande Oriente, que forma parte de los Episodios Nacionales de Benito Pérez Galdós.
Contenido
¿Quién fue Matías Vinuesa?
Sus inicios y la Guerra de la Independencia (1808-1820)
Matías Vinuesa fue párroco en Tamajón, un pequeño pueblo en la sierra de Guadalajara. Durante la Guerra de la Independencia española, que fue un conflicto muy importante, Vinuesa tuvo un papel activo. La Junta de Gobierno de Guadalajara le encargó vigilar los caminos cerca de Cogolludo. Su misión era buscar armas y documentos que pudieran ser sospechosos.
En 1809, se le pidió que registrara a los jóvenes de varias zonas y que recogiera armas y caballos para la Junta. También fue nombrado administrador de propiedades y dinero de varios monasterios y de bienes de familias importantes.
Vinuesa se encargó de recaudar fondos públicos y de supervisar escuelas de hilado. Hizo un buen trabajo, entregando una gran cantidad de dinero, caballos y armas. También ayudó a reunir a soldados dispersos y prisioneros después de la batalla de Ocaña. Se enfrentó a grupos de bandidos para evitar robos y, al mando de su propio grupo de guerrilleros, tuvo encuentros con las tropas francesas. Logró impedir que los pueblos cercanos dieran alimentos a los enemigos. Incluso consiguió una imprenta en Madrid y la puso a disposición de la Junta de Burgos.
El regreso del rey y la recompensa
Matías Vinuesa defendía la monarquía absoluta, es decir, un sistema donde el rey tiene todo el poder. En 1812, añadió un texto a un libro llamado Preservativo contra la irreligión. Cuando la guerra terminó y Fernando VII regresó al trono, Vinuesa fue recompensado por sus servicios. Recibió un puesto importante en la catedral de Tarazona y el título de capellán de honor del rey.
El plan para restaurar la monarquía absoluta
Cuando se estableció un nuevo sistema de gobierno basado en una Constitución, Matías Vinuesa ideó un plan para que el rey recuperara todo el poder. Su idea era que el rey llamara a los ministros y otras autoridades al palacio, donde serían retenidos. Creía que la presencia del infante Carlos María Isidro de Borbón sería suficiente para que los soldados apoyaran el plan sin previo aviso.
Se cree que el propio rey Fernando VII estuvo involucrado en este complot. El plan incluía secuestrar a los secretarios del rey y a otras autoridades en el Palacio Real. Después, el infante Carlos y otros nobles levantarían varios regimientos en Madrid y la Guardia Real. Esto iría acompañado de un levantamiento popular con gritos de "¡Viva la religión, el Rey y la Patria!" y "¡Muera la Constitución!". El objetivo era restaurar la monarquía absoluta y volver a la situación anterior.
El plan también contemplaba desarmar a la Milicia Nacional, quemar un ejemplar de la Constitución en público y destruir la placa constitucional de la Plaza Mayor. Se planeaba una fuerte represión contra quienes apoyaban la Constitución. Solo se permitiría publicar un periódico para "dirigir la opinión pública".
Un documento encontrado a Vinuesa decía que se tomarían medidas para que los liberales no salieran del país. Los más importantes serían castigados, otros desterrados o enviados a castillos y conventos, y algunos perdonados. También se obligaría a los comerciantes, a quienes consideraban promotores de las ideas democráticas, a entregar dinero como impuesto forzoso. Lo mismo se haría con impresores y libreros.
La detención y el juicio
El 21 de enero de 1821, Vinuesa fue descubierto por un aprendiz de la imprenta donde se imprimían sus proclamas. Fue detenido junto con un ayudante del rey. La detención y el juicio de Vinuesa causaron una división entre los liberales moderados, que estaban en el gobierno, y los liberales más radicales, llamados exaltados. Estos últimos, a través de reuniones y discursos, pedían la pena de muerte para Vinuesa.
Los liberales más radicales lograron que la prisión fuera custodiada por voluntarios de la Milicia Nacional en lugar de soldados profesionales. Estos milicianos se burlaban de Vinuesa, dibujándole horcas en la mesa cuando le llevaban la comida y cantando canciones en su contra.
El trágico final en la cárcel
El 4 de mayo de 1821, justo siete años después del golpe de Estado que había restaurado la monarquía absoluta, se supo que Vinuesa había sido condenado a diez años de prisión en África. Al conocerse la noticia, grupos de exaltados se reunieron en la Puerta del Sol, decididos a ejecutar la pena de muerte que ellos mismos pedían. El gobierno no reforzó la vigilancia de la prisión, pensando que no se atreverían a asaltarla.
Sin embargo, por la tarde, un grupo marchó hacia la cárcel. Los milicianos nacionales, simulando resistencia, hicieron algunos disparos al aire. Los asaltantes, armados con un martillo de fragua, encontraron todas las puertas abiertas, excepto la de la celda de Vinuesa, que forzaron sin dificultad. Vinuesa, arrodillado y pidiendo perdón, fue atacado con dos golpes de martillo en la cabeza y varias puñaladas, lo que le causó la muerte.
Después, el grupo se dirigió a la casa del juez que había dictado la sentencia, pero este logró escapar. En las Cortes, los miembros del gobierno expresaron su condena y asombro por lo ocurrido.
Algunos historiadores sugieren que el rey pudo haber estado involucrado en la muerte de Vinuesa, usándolo para desacreditar al gobierno moderado. Una vez que Vinuesa ya no les era útil y se habían encontrado documentos que lo comprometían, convertirlo en un mártir podría ser más beneficioso políticamente. Se llegó a decir que entre los atacantes había personas cercanas al palacio.
El martillo, el objeto usado en el crimen, se convirtió en un símbolo de la justicia popular para los liberales más radicales. Celebraron el suceso de diversas maneras. En un libro de la época, se menciona que el martillo se convirtió en un distintivo de honor, y la gente empezó a llevar pequeños martillos de oro o metal en sus sombreros y relojes en recuerdo de la muerte del Cura de Tamajón. Incluso se compusieron canciones y bailes para celebrarlo.
Consecuencias y juicios posteriores
El 27 de marzo de 1824, después de que la monarquía absoluta fuera restaurada, se realizaron ceremonias solemnes en Madrid en memoria de Vinuesa, con la presencia de los reyes. En un decreto de amnistía, se excluyó del perdón a quienes habían participado en la muerte de Vinuesa.
Más tarde, varias personas fueron condenadas a muerte por su presunta participación en el suceso. Entre ellos estaban Vicente Tejero, Agustín Luna, Francisco Rodríguez Luna y José Llorente. Paulino de la Calle, otro acusado, logró escapar de la cárcel con ayuda. También se investigó a los milicianos que custodiaban la cárcel por posible complicidad.
